martes, 25 de octubre de 2011

Xenofilia

De los términos griegos xeno (extraño, extranjero) y philos (amor, inclinación)

La palabra xenofilia no existe en el idioma español, si existiera significaría amor, afecto, inclinación por lo extraño o extranjero. No me parece mal sentir estos afectos, pero cuando son exacerbados, o cuando superan con notoriedad el que uno pudiera sentir por su propio país, o las gentes de él, pasan a ser, por decir lo menos, antiestéticos.

El Perú parece ser tierra pródiga en xenófilos, entre los más notables está Alan García mientras presidente en su segundo gobierno; cada discurso suyo parecía ser una oda a Chile o a USA, cada acto de su gobierno apuntó a reducir el estado, y concesionar (léase alquilar) los bienes nacionales; su ensayo «El perro del hortelano» es una simplificación ridícula de cómo debe actuar la población en relación con la riqueza natural peruana; siempre en beneficio del extranjero y en deterioro del nacional; cada intervención pública suya parecía querer decir «olvídense de lo peruano, son cojudeces, imitemos lo extranjero», ¿con qué otro término podría describirse esta conducta compulsivamente antinacional y pro extranjera?, no se me ocurre otro que xenofilia.

Alan no es el único; cada día encontramos en todas partes actitudes xenófilas, la frase más representativa de esto quizá sea «en este país»; que se utiliza siempre como muletilla antes de emitir juicios con dejo peyorativo, «en este país nadie lee», «en este país hay mucho ignorante», «en este país todos son unos aguantados», «en este país todas son feas», «en este país la gente %&*/$¿@#!|\», y los que dicen «en este país», por lo general no saben si en otros países también, o tampoco, o quizás no tanto, o mucho más.

Al terminar mis estudios universitarios trabajé un mes en una compañía de propietarios españoles; la secretaria de gerencia, una señora muy «decente», trataba a todos los empleados como si de inferiores estuviese rodeada, no me llamó la atención, suele ser común; hasta el día en que la vi interactuando con los dueños, parecía otra persona, (en realidad parecía un felpudo) tengo la certeza de que esta señora hubiera hecho cualquier cosa (sí, hasta eso que acabas de imaginar) por complacer a los dueños extranjeros, sus jefes; un caso nauseabundo de xenofilia.

Recuerdo también, que hace algunos años USA decidió registrar a los latinoamericanos que entraban a su territorio cual si fuesen delincuentes, incluyendo las diez huellas digitales; el gobierno de Lula, en Brasil tomó la actitud recíproca; a los norteamericanos que ingresaban a su país se les trató de la misma forma; saltaron los xenófilos diciendo ¿cómo se le ocurre tratar así a los turistas norteamericanos?, ¡¡la inversión!!, ¡¡el turismo!!, ¡¡oh my god!!, y los que decían eso no pensaban en los latinoamericanos, claro, pensaban en el dinero que dejan los turistas; en el dinero antes que en la dignidad, esa es otra característica de la xenofilia, adora el dinero extranjero, le importa un carajo la dignidad.

Podría ser el hartazgo de toda esta xenofilia (hay muchísimos ejemplos, y ustedes seguramente conocen varios) la que propicia el nacionalismo exaltado, que pretende que todo lo extranjero debe ser aniquilado; lo que es medieval e irreal, pero aparece cuando la otra cara de la medalla es mostrada como la correcta y verdadera; ni lo uno ni lo otro es cierto ni saludable. Me inclino por un nacionalismo que busque resaltar nuestras virtudes y valores, que intente cambiar y superar nuestras limitaciones y defectos, que su escala de afectos vaya de adentro hacia afuera, primero mi país, después latinoamérica y los semejantes; díganme decimonónico, les argumento que estos aires globalizantes, que buscan imponer la hegemonía del imperio UK-USA solo han logrado pobreza, miseria y alienación, contra ellas el nacionalismo viene a ser una necesidad, y una reivindicación de la dignidad.

Que hay que ser honesto, no engañarnos, saber de nuestras limitaciones, tener claro quiénes somos, es muy cierto, pero de allí a vivir maltratándonos y maltratando lo nuestro hay una distancia muy grande, la honestidad no es xenofilia, como el nacionalismo no es xenofobia.

Eros Vaca Charles

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